La Unión
Cívica Radical ha sido y es un partido de conformación espontánea y
horizontal. Ha tenido líderes carismáticos, excluyentes, como es del estilo de
nuestra sociedad.
Desde 1889,
en que lo que podríamos llamar “pre-radicalismo”
comienza su gesta de “la causa contra el
régimen” aglutinó dirigentes y militantes que, luego, con los años, fueron
siguiendo otros rumbos o continuaron en un mismo sentido. Desde Juan B. Justo, que fuera el fundador
del Socialismo Argentino, el mismo Mitre que luego acordara con Roca y
armara un conservadurismo democrático (Unión
Cívica Nacional) que, con el tiempo se diluyó. Hubo una notable diferencia
entre tío y sobrino, Alem e Yrigoyen, luego de la Revolución de
1893 (“carrerito ingrato” fue la
cariñosa queja de don Leandro contra su sobrino). También está la presencia el inmenso
santafesino don Lisandro de la Torre
(fundador del Partido Demócrata
Progresista y gran luchador contra la corrupción de los gobiernos de la
década infame) que, luego de la muerte de Alem, se distancia definitivamente
(duelo a sable mediante) de don Hipólito Yrigoyen y del radicalismo.
Es decir
que el radicalismo, a lo largo de su más que centenaria vigencia, tuvo diferencias y posiciones internas que,
muchas veces generaron cismas y alejamientos de dirigentes. Muchos, de los más
grandes, también recordarán los cismas del radicalismo mendocino con Carlos W. Lencinas en plena era
yrigoyenista o de San Juan con Federico
Cantoni y la creación del Partido
Bloquista. Ni hablar de la U.C.R.
Antipersonalista de los años veinte que buscaron armar un radicalismo sin
Yrigoyen buscando el aval del presidente Alvear que, se hizo el distraído y
nunca adhirió a esta aventura manteniéndose prescindente.
Otro
párrafo merece el cisma de 1957 que derivó en la coexistencia y confrontación
de dos radicalismos: Unión Cívica
Radical del Pueblo y Unión Cívica
Radical Intransigente. Peleados dos dirigentes de peso como Ricardo Balbín y Arturo Frondizi (que fue
presidente con apoyo peronista entre 1958 y 1962) no solamente por las
candidaturas sino por la posición frente al peronismo proscripto. Ambos
radicalismos generaron grandes hombres como Arturo U. Illia (U.C.R.P.) (presidente entre 1963-66), Oscar Alende (U.C.R.I.) gobernador de
Buenos Aires y luego Anselmo Marini
(U.C.R.P.) también gobernador de Buenos Aires. Frondizi terminó formando otro partido con Rogelio Frigerio, el M.I.D
(Movimiento de Integración y Desarrollo) y Oscar Alende, al no poder
continuar con la sigla UCRI, fundó el Partido
Intransigente que llegó a tener un importante protagonismo en los años 80…
Después de
la crisis de 2001 cuando el gobierno del acuerdo entre el Radicalismo y el
frente FRE.PA.SO. (la Alianza) ,(una
frente de justicialistas contrarios al menemismo, grupos de izquierda,
desprendimientos del viejo Partido Comunista, etc., muchos de los cuales
participaron luego del gobierno de Kirshner
y Fernández), el radicalismo como
organización política sufrió todas las consecuencias de las contradicciones y
debilidades de aquel gobierno. No viene al caso analizarlas, porque no es el
tema de estas reflexiones.
Primero se
cerró sobre sí mismo con una participación electoral simbólica, sabiendo que el
electorado iba a castigar severamente al radicalismo… pero hubo dirigentes que
pusieron el pecho y asumieron esas “cargas” de ser candidatos para perder muy
lejos. Entre esos dirigentes podemos recordar a Leopoldo Moreau que asumió una candidatura presidencia que, se
sabía a todas luces, era un símbolo y nada más. Junto a Mario Losada, un leal y generoso dirigente misionero, anduvo por
debajo del 3 %.
En esa
misma elección otros radicales emigraron y fueron candidatos por otro lado. Elisa Carrió con un partido propio y Melchor Posse en un acuerdo con el
peronista Rodíguez Saa son un
ejemplo.
En esa
misma elección el radicalismo llevó como candidata a gobernador de Buenos Aires a Margarita Stolbizer que, dentro de la
caída partidaria, logró un resultado digno, quedando en cuarto lugar.
También en
la elección presidencial siguiente, un ex gobernador radical de Mendoza (Julio Cobos), compartió la fórmula con
la Dra. Cristina Fernández… luego,
cuando el gobierno al que se había sumado, abandonando al radicalismo, se cansó
de ningunearlo, se convirtió en “un
héroe” con su “voto no positivo”
en la cuestión de las retenciones al agro. Allí le perdonaron sus culpas y lo
convirtieron en una especie de “gran
espada” de un radicalismo que seguía perdido, sin encontrar los mapas en la
“Guía T”. Solamente pensando en las encuestas.
¿Adónde
quiero ir? Miren quisiera hablar de la cancha de Atlanta y siento un fuerte
dolor de estómago, una mezcla de desazón y angustia. ¿Cómo podemos explicar que
militantes preclaros y decididos como Leopoldo
Moreau o Eduardo Santín, con
quienes compartimos años de lucha común, a quienes aprecio personalmente, ahora estén en una posición como ésta?
Entiendo
que no compartan el acuerdo del radicalismo con el Pro. Yo tampoco lo comparto. Entiendo que se hayan ido del partido… como
lo hicieron otros que, aún reivindicándose radicales, anidaron en diferentes
listas del peronismo. No entiendo el “ergo”… el “entonces”. Porque el gobierno
de los doce años ha ensuciado las banderas populares para su propio beneficio.
Y no beneficios electorales (que ya estaría mal) sino beneficios económicos
grotescos y descarados. Y eso es lo que no se les puede perdonar.
El actual
es un gobierno conservador, no me cabe duda, con el radicalismo como “socio
menor”. Le he robado una frase a un importante dirigente: “lo mejor de este
gobierno es que no es el otro”. Pero el anterior ha sido más conservador,
porque en su soberbia y corrupción ha manchado las causas populares, las
embarró y generó una sociedad quebrada, de “amigos-enemigos” y de una pobreza
cristalizada en muchos sectores de la sociedad de la que será muy difícil
salir. Esto sin mencionar la terrible presencia del narcotráfico y la trata de
personas emparentada con los organismos que debieran combatirlas… asociarse con
el diablo es complicado porque siempre hace cumplir el contrato.
Tengo
muchos amigos que adhieren al gobierno anterior, lo verán en el listado de mi
“Facebook”. A muchos los quiero
personalmente y, sobre todo, hemos compartido años de militancia a favor de las
causas populares. Esa historia respalda nuestra amistad y afecto y deja las
posiciones políticas en su dimensión. Sé
que todos ellos son buenas personas, son honestos y no se han enriquecido en la
función pública. A ellos mi respeto y cariño incondicional. De las ideas ya
discutiremos y, se verá, que no diferimos tanto.
Por esto,
amigos de la concurrencia a la cancha de Atlanta, quiero pedirles que piensen
de nuevo la decisión que tomaron. Hay que reconstruir un radicalismo popular,
progresista y luchador… pero eso no se hace yéndose con “los otros”. Con las otras
fuerzas deberemos compartir objetivos comunes, la defensa de la democracia y de
los derechos humanos… pero nada más.
Si hay que
hacer acuerdos, pensemos en los que piensan parecido y no en cómo “miden” las
encuestas. Porque ciertas “medidas” no se sostienen sumando chorizos con bandas
de música.
Queda mucho
por hacer y lo deberán hacer los más jóvenes. Los grandes, además de dar
consejos, no nos olvidemos de dar ejemplos, que son los argumentos que más oyen
los pibes.
Luis Carlos Aguirre
No hay comentarios:
Publicar un comentario