viernes, 7 de octubre de 2016

IDAS Y VENIDAS… CONTRADICCIONES Y PRINCIPIOS.

La Unión Cívica Radical ha sido y es un partido de conformación espontánea y horizontal. Ha tenido líderes carismáticos, excluyentes, como es del estilo de nuestra sociedad.

Desde 1889, en que lo que podríamos llamar “pre-radicalismo” comienza su gesta de “la causa contra el régimen” aglutinó dirigentes y militantes que, luego, con los años, fueron siguiendo otros rumbos o continuaron en un mismo sentido. Desde Juan B. Justo, que fuera el fundador del Socialismo Argentino, el mismo Mitre que luego acordara con Roca y armara un conservadurismo democrático (Unión Cívica Nacional) que, con el tiempo se diluyó. Hubo una notable diferencia entre tío y sobrino, Alem e Yrigoyen, luego de la Revolución de 1893 (“carrerito ingrato” fue la cariñosa queja de don Leandro contra su sobrino).  También está la presencia el inmenso santafesino don Lisandro de la Torre (fundador del Partido Demócrata Progresista y gran luchador contra la corrupción de los gobiernos de la década infame) que, luego de la muerte de Alem, se distancia definitivamente (duelo a sable mediante) de don Hipólito Yrigoyen y del radicalismo.

Es decir que el radicalismo, a lo largo de su más que centenaria vigencia,  tuvo diferencias y posiciones internas que, muchas veces generaron cismas y alejamientos de dirigentes. Muchos, de los más grandes, también recordarán los cismas del radicalismo mendocino con Carlos W. Lencinas en plena era yrigoyenista o de San Juan con Federico Cantoni y la creación del Partido Bloquista. Ni hablar de la U.C.R. Antipersonalista de los años veinte que buscaron armar un radicalismo sin Yrigoyen buscando el aval del presidente Alvear que, se hizo el distraído y nunca adhirió a esta aventura manteniéndose prescindente.

Otro párrafo merece el cisma de 1957 que derivó en la coexistencia y confrontación de dos radicalismos: Unión Cívica Radical del Pueblo y Unión Cívica Radical Intransigente. Peleados dos dirigentes de peso como Ricardo Balbín y Arturo Frondizi  (que fue presidente con apoyo peronista entre 1958 y 1962) no solamente por las candidaturas sino por la posición frente al peronismo proscripto. Ambos radicalismos generaron grandes hombres como Arturo U. Illia (U.C.R.P.) (presidente entre 1963-66), Oscar Alende (U.C.R.I.) gobernador de Buenos Aires y luego Anselmo Marini (U.C.R.P.) también gobernador de Buenos Aires. Frondizi terminó formando otro partido con Rogelio Frigerio, el M.I.D (Movimiento de Integración y Desarrollo) y Oscar Alende, al no poder continuar con la sigla UCRI, fundó el Partido Intransigente que llegó a tener un importante protagonismo en los años 80…

Después de la crisis de 2001 cuando el gobierno del acuerdo entre el Radicalismo y el frente FRE.PA.SO. (la Alianza) ,(una frente de justicialistas contrarios al menemismo, grupos de izquierda, desprendimientos del viejo Partido Comunista, etc., muchos de los cuales participaron luego del gobierno de Kirshner y Fernández), el radicalismo como organización política sufrió todas las consecuencias de las contradicciones y debilidades de aquel gobierno. No viene al caso analizarlas, porque no es el tema de estas reflexiones.

Primero se cerró sobre sí mismo con una participación electoral simbólica, sabiendo que el electorado iba a castigar severamente al radicalismo… pero hubo dirigentes que pusieron el pecho y asumieron esas “cargas” de ser candidatos para perder muy lejos. Entre esos dirigentes podemos recordar a Leopoldo Moreau que asumió una candidatura presidencia que, se sabía a todas luces, era un símbolo y nada más. Junto a Mario Losada, un leal y generoso dirigente misionero, anduvo por debajo del 3 %.

En esa misma elección otros radicales emigraron y fueron candidatos por otro lado. Elisa Carrió con un partido propio y Melchor Posse en un acuerdo con el peronista Rodíguez Saa son un ejemplo.

En esa misma elección el radicalismo llevó como candidata a gobernador de Buenos Aires a Margarita Stolbizer que, dentro de la caída partidaria, logró un resultado digno, quedando en cuarto lugar.

También en la elección presidencial siguiente, un ex gobernador radical de Mendoza (Julio Cobos), compartió la fórmula con la Dra. Cristina Fernández… luego, cuando el gobierno al que se había sumado, abandonando al radicalismo, se cansó de ningunearlo, se convirtió en “un héroe” con su “voto no positivo” en la cuestión de las retenciones al agro. Allí le perdonaron sus culpas y lo convirtieron en una especie de “gran espada” de un radicalismo que seguía perdido, sin encontrar los mapas en la “Guía T”.  Solamente pensando en las encuestas.

¿Adónde quiero ir? Miren quisiera hablar de la cancha de Atlanta y siento un fuerte dolor de estómago, una mezcla de desazón y angustia. ¿Cómo podemos explicar que militantes preclaros y decididos como Leopoldo Moreau o Eduardo Santín, con quienes compartimos años de lucha común, a quienes aprecio personalmente,  ahora estén en una posición como ésta?

Entiendo que no compartan el acuerdo del radicalismo con el Pro. Yo tampoco lo comparto. Entiendo que se hayan ido del partido… como lo hicieron otros que, aún reivindicándose radicales, anidaron en diferentes listas del peronismo. No entiendo el “ergo”… el “entonces”. Porque el gobierno de los doce años ha ensuciado las banderas populares para su propio beneficio. Y no beneficios electorales (que ya estaría mal) sino beneficios económicos grotescos y descarados. Y eso es lo que no se les puede perdonar.

El actual es un gobierno conservador, no me cabe duda, con el radicalismo como “socio menor”. Le he robado una frase a un importante dirigente: “lo mejor de este gobierno es que no es el otro”. Pero el anterior ha sido más conservador, porque en su soberbia y corrupción ha manchado las causas populares, las embarró y generó una sociedad quebrada, de “amigos-enemigos” y de una pobreza cristalizada en muchos sectores de la sociedad de la que será muy difícil salir. Esto sin mencionar la terrible presencia del narcotráfico y la trata de personas emparentada con los organismos que debieran combatirlas… asociarse con el diablo es complicado porque siempre hace cumplir el contrato.

Tengo muchos amigos que adhieren al gobierno anterior, lo verán en el listado de mi “Facebook”.  A muchos los quiero personalmente y, sobre todo, hemos compartido años de militancia a favor de las causas populares. Esa historia respalda nuestra amistad y afecto y deja las posiciones políticas en su dimensión. Sé que todos ellos son buenas personas, son honestos y no se han enriquecido en la función pública. A ellos mi respeto y cariño incondicional. De las ideas ya discutiremos y, se verá, que no diferimos tanto.

Por esto, amigos de la concurrencia a la cancha de Atlanta, quiero pedirles que piensen de nuevo la decisión que tomaron. Hay que reconstruir un radicalismo popular, progresista y luchador… pero eso no se hace yéndose con “los otros”. Con las otras fuerzas deberemos compartir objetivos comunes, la defensa de la democracia y de los derechos humanos… pero nada más.

Si hay que hacer acuerdos, pensemos en los que piensan parecido y no en cómo “miden” las encuestas. Porque ciertas “medidas” no se sostienen sumando chorizos con bandas de música.


Queda mucho por hacer y lo deberán hacer los más jóvenes. Los grandes, además de dar consejos, no nos olvidemos de dar ejemplos, que son los argumentos que más oyen los pibes.

Luis Carlos Aguirre

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