miércoles, 20 de diciembre de 2023

Topadora pseudo liberal

Con una serie de afirmaciones trasnochadas, extraídas de “La rebelión de Atlas” de Ayn Rand, el Presidente de la República busca justificar la serie de mazazos a la juridicidad y a los derechos básicos de los ciudadanos. El decretazo que pretende abrir la puerta del gallinero al zorro para que, con total libertad, comercie con las gallinas.

Además de haber comenzado con una afirmación mentirosa: jamás Argentina fue primera potencia económica. Tuvo muy alto nivel de producto bruto (que no se distribuía sino que se lo quedaba la oligarquía ganadera de fines del siglo XIX y principios del XX) pero siempre fue un país dependiente, como todos los países sudamericanos, del Imperio Británico y, después de la segunda guerra, del poder político/económico de Estados Unidos. Los gobiernos conservadores/liberales previos a los gobiernos radicales de Yrigoyen y Alvear, a pesar de su gran concentración de la riqueza fueron los gestores de la educación pública, universal, laica y obligatoria. También los creadores de la red de hospitales públicos y gratuitos de altísimo nivel. Desde esa afirmación equivocada, en adelante, el Presidente fundamenta su topadora pseudo liberal en una cadena de falacias y agresiones innecesarias. 

Es imprescindible reducir el déficit fiscal, por supuesto que sí. Sin embargo no es desmantelando derechos de los ciudadanos comunes que se logrará, sino recomponiendo un sistema impositivo perverso y armado para la evasión y para que más de la mitad de la actividad económica argentina sea clandestina. Ahí está el monstruo que hay que matar. Al poderoso, no a los débiles. A los victimarios y no a las víctimas. 

Todos los países considerados adalides de la “libertad” tienen sistemas regulatorios de todos los niveles de actividad económica para evitar los abusos de los poderosos que, de otra manera, actúan arrasando con la riqueza de todos. Porque la riqueza es una construcción social, no brota solamente del filo de los billetes sino de la transpiración de los que trabajan. 

Deseo que los ciudadanos argentinos sepamos ver esta agresión y encontremos la manera civilizada de defendernos.

lunes, 10 de julio de 2023

EL SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO


Luis Carlos Aguirre

En 1901, en tiempos de la presidencia de Julio A. Roca (padre), el de los billetes de $ 100, su ministro de guerra, General Pablo Riccheri, diseñó un sistema militar copiado del prusiano. Se buscaba tener tropas permanentes, en cantidad suficiente como para "disuadir" a eventuales países agresores. En aquel tiempo todavía la cantidad de tropa movilizada era sinónimo de fuerza. Las Fuerzas tendrían oficiales y suboficiales de carrera, con entrenamiento permanente y tropa con entrenamiento básico que, a fines presupuestarios, se obtendrían de la obligación de todos los ciudadanos varones de entre 20 y 21 años, de prestar un "Servicio Militar" obligatorio por ley durante un año o dos, según las necesidades.

De esta manera, en tiempos de un muy posible conflicto con Chile, se obtenían unas fuerzas acordes con los años que corrían y se iban integrando a los hijos de los inmigrantes al compromiso de defensa nacional. Pero, esencialmente, se podía tener un ejército y una armada poderosa en efectivos con un presupuesto relativamente cómodo.

El sistema colapsó ochenta años después, en la única experiencia bélica que tuvo la Argentina en el siglo XX, el conflicto del Atlántico Sur. No me parece necesario profundizar sobre el conflicto porque me desviaría del tema y cambiaría el sentido de estos razonamientos. A pesar de ello creo, con lo poco que conozco del tema técnico militar y las conclusiones del "informe Rattembach", que el desempeño de las Fuerzas Argentinas fue heroico pero la falta de equipamiento y entrenamiento adecuado fueron terribles[1]. Las fuerzas del Reino Unido no podían entender cómo se había llevado al frente a muchachos de 18/19 años sin entrenamiento ni equipamiento.

Desde el punto de vista militar es una antigüedad, un sistema arcaico que cada vez menos países mantienen vigente. No es efectivo en lo técnico militar y genera todo un malestar social ante la leva forzosa. La resistencia de la población es muy importante y el "beneficio" es militarmente nulo.

En Argentina, con la vuelta a la democracia, el gobierno del Dr. Alfonsín, comenzó a implementar el sistema de "soldados voluntarios" (con sueldo y entrenamiento más intensivo que de los soldados conscriptos), tendiente a ir disminuyendo gradualmente la cantidad de ciudadanos convocados, con el objetivo de eliminar el sistema. Con las diferentes crisis militares que sufrió la democracia incipiente y la crisis económica que se desató sobre el final del primer período constitucional, este proyecto, como otros, quedó en la nada. El Dr. Menem no modificó el esquema y, de manera puramente oportunista, al producirse el asesinato de un soldado conscripto (el Soldado Carrasco) con otros antecedentes similares, eliminó el Servicio Militar obligatorio de un plumazo. Esta medida contó con gran apoyo popular en su momento y llevó a las fuerzas a tener que nutrirse de tropa voluntaria. Estos soldados voluntarios, son, al igual que cualquier efectivo armado, empleados del estado y no ciudadanos obligados a prestar un servicio que no desean.

Esto desde el punto de vista de la defensa nacional. Es de notar que, durante los casi cien años en que estuvo vigente el sistema, en muchos casos sirvió para alfabetizar muchachos de zonas alejadas de las ciudades, detectar enfermedades como el "mal de Chagas-Maza", aprendizaje de oficios, etc. Estas actividades pueden calificarse de positivas, pero no son funciones de las Fuerzas Armadas. Las Fuerzas Armadas han de estar preparadas técnica y moralmente para defender a la patria, no para cubrir deficiencias de las áreas sanitarias, educativas y sociales del Estado.

Hoy tenemos graves problemas sociales porque vemos jóvenes que, salidos de control, son protagonistas constantes de hechos graves, algunos directamente delictivos. Es insoslayable que la sociedad entera, guiada por el Estado, tome cartas en esta grave problemática.

Sabemos que estas circunstancias no son un problema de corta data ni de fácil resolución. Hay toda una cultura de individualismo exacerbado que se ha generalizado. La falta de trabajos genuinos, de una sociedad económicamente en decadencia, ha determinado que mucha gente "sobre". El desquicio del sistema educativo y la falta de horizonte de los que logran estudiar, son otra realidad constante. A eso debemos sumar una seria disgregación social, el ingreso del narcotráfico como un "estado dentro del estado" y la descomposición ética de las fuerzas policiales. Todo esto genera un caldo de cultivo tendiente a buscar  la "salida autoritaria" para resolver problemas que requieren autoridad. Claro que sí, pero no la autoridad de la jineta sino la autoridad de la ética.
Una sociedad que ha tolerado que sus más encumbrados dirigentes se enriquezcan desvergonzadamente desde el poder sin reaccionar, ahora debe asumir su responsabilidad y exigir el cumplimiento de las leyes y actuar en consecuencia.  Si no logramos que los ciudadanos usen los cestos de papeles en la vía pública, ¿vamos a detener la penetración del narcotráfico? Aunque parezca una comparación exagerada, debo afirmar que no. NO.

Entonces, en vez de pedir un Servicio Militar que no tendría otra función que "disciplinar" muchachos vagos, en vez de mejorar las Fuerzas Armadas, debemos dedicarnos a "disciplinar" las conductas sociales e individuales. Exigir a los gobernantes que resuelvan estos temas y que sean ejemplo para la sociedad. Y, además, ser ejemplo para nuestros hijos. La educación no es función exclusiva de la escuela, es una tarea indelegable de toda la sociedad... la escuela solamente brinda una parte.

La delincuencia generalizada es consecuencia de una sociedad enferma, vayamos aplicando los antibióticos pero, también, cambiando la dieta y las costumbres. De otra manera será como los que adelgazan tomando anfetaminas, en cuanto pasa el efecto engordan mas que antes y destruyen sus glándulas. Seamos adultos de una vez por todas.



[1] “…Nuestras FF.AA. demostraron en el conflicto, las siguientes debilidades:
a. Deficiencias en el accionar conjunto, según fue referido en el subtítulo anterior.
b. Falta de desarrollo equilibrado y armónico del equipamiento de cada Fuerza, sujeto ello a las necesidades de la guerra moderna y las hipótesis de guerra existentes.
c. Falta de una fuerza submarina adecuada.
d. Falta de una aviación modernizada para la guerra en tierra y en el mar, y de medios aéreos de exploración y reconocimiento adecuados.
e. Falta de fuerzas terrestres actualizadas profesionalmente, en especial para el combate en horas de oscuridad.
f. Ausencia de una logística organizada y conducida con criterio conjunto.
g. Falta de fuentes diversas para la obtención de armamento y de una adecuada capacidad de autoabastecimiento, por ausencia de tecnología propia y de industrias de guerra suficientes.
h. Falta de adiestramiento suficiente en las FF.AA. para el aprovechamiento integral de la electrónica en todos los ámbitos de la guerra moderna (Aire, agua, tierra).

lunes, 29 de mayo de 2023

Revolución en paz

 A veces creo encontrar la mirada política puesta en un horizonte desértico y amenazante. A ninguno de los protagonistas de los diferentes espacios los veo ocupados en la resolución de los grandes problemas de la Argentina.

Es necesario dejar de lado los slogans y los intereses descontrolados de los grupos de poder económico. El poder económico es necesario pero es una fuerza que debe entender que la creación de riqueza es una construcción social. La clásica definición de colaboración equilibrada entre la fuerza del capital y la fuerza del trabajo es esencial de ser recuperada y puesta como mantel de la mesa adonde se sienten los actores de poder a conversar. 

Y el poder político, también en una definición clásica, es el árbitro pero un árbito que tiene por delante toda la sociedad, los que producen y los que no, los honestos y los deshonestos, todos son parte de la sociedad y todos, además de derechos tienen deberes. En una sociedad equilibrada todos deben estar incluidos. 

La sociedad no es asimilable a una empresa sino a una familia. En la familia no mandamos a los chicos a pedir en la calle sino a la escuela a prepararse para el futuro, no ponemos a los viejos en la calle a que mueran de frío como los esquimales. En la familia incluimos a todos (o al menos debiéramos hacerlo). Esto es lo que debe hacer la sociedad.

Por eso creemos que, esencialmente, un gobierno debe procurar, sin dilaciones ni especulación:

* Hacer que toda la actividad económica sea legal y aporte a la riqueza general (labor real y efectiva del control aduanero e impositivo). La ilegalidad en la actividad económica/laboral es mentira que no aporta, aporta a la caja negra de la corrupción y el poder mafioso a través del soborno (vulgo: "coima"). Asistimos a la paradoja de que haya "estadísticas" de trabajo en negro, como si fuera una categoría más y no un delito. 

* Adecuar el sistema impositivo a la realidad, disminuyendo la carga pero universalizando su aplicación. Todos pagan, en consecuencia todos pagan menos.

* La vigencia de los puntos anteriores implica que toda relación laboral debe ser legal, generando, en consecuencia, una mayor fuente de recursos para el sistema de salud, para el sistema previsional y de protección social.

* Acción implacable de lucha contra la corrupción tanto pública como privada. No solamente igualdad ante la ley, el funcionario público debe responder con mayor transparencia por el crecimiento de su patrimonio y el de su entorno. La ética ha de ser la prioridad en toda la actividad pública y privada por sobre todas las cosas. No un moralismo mojigato sino una valoración esencial de la conducta republicana de los representantes políticos y sociales.

* Reforma de las normas de representación gremial, tanto patronal como de los trabajadores, garantizando la alternancia y la representación de las minorías en estas organizaciones. De esta manera se procurará una representación genunina de los intereses de los trabajadores o pequeñas empresas por sobre las castas de grupos cuasi mafiosos.

Y finalmente, ¿quiénes están en condiciones de encarar una tarea así? Son postulados tan simples que parecieran imposibles de aplicar. Ante todo debe haber un convencimiento social de estas prioridades. Luego, un gran acuerdo de los actores políticos de este marco de acción. Un gran acuerdo ético, una "Multisectorial de la ética" (como hubo una multipartidaria política sobre el final de la dictadura).

El radicalismo, uno de los partidos que tiene representación territorial más extendida y arraigada, es uno de los actores principales, tal vez el principal. La tradición de presidentes y funcionarios éticamente incuestionables que ha tenido el radicalismo a lo largo de su vigencia en la historia política lo ponen en una posición de tener que asumir esta responsabilidad.

La Unión Cívica Radical deberá asumir este desafío, liderar un espacio de transformación esencial y profunda de los valores vigentes en la sociedad. Deje de ser furgón de cola de una variante conservadora del sistema actual y se ponga al frente, como la locomotora del viejo tren que debe volver a recorrer el camino de "revolucón en paz" (al decir de Arturo Illia).


¡Adelante radicales!