domingo, 1 de mayo de 2022


 En momentos en que casi todas las construcciones institucionales, nacionales e internacionales se caen, recordar el 1 de mayo de 1886 debiera ser significativo. 


Quienes debieran ser los representantes de los intereses de sus pueblos, aquí y en casi todo el "mundo occidental", se han convertido en una "casta" alejada de su razón de ser y sostienen sus privilegios de cualquier manera.


La nueva guerra en Europa, desnuda esta tendencia y pone blanco sobre negro el lenguaje real de estas castas. 


Es decir que todos las "normas" (leyes, decretos, regulaciones) aceptadas casi universalmente han sido convertidas en letra muerta. Cayeron bajo el poder incontrolable de la violencia como única ley.


Nuestro país, latinoamericana y frágil construcción política, en su historia de desencuentros y enfrentamientos parecía haber recuperado la intención de ser un país serio y respetuoso de sus leyes a partir de diciembre de 1983 luego de la noche trágica de la última dictadura. Sin embargo no ha sido capaz de hacerlo y, en los últimos años, la convivencia entre la vigencia de la ley y la presencia de una "sociedad de hecho", clandestina. Desde la actividad económica "informal" hasta la administración de "justicia" por medios violentos y cada vez más incontrolados. En medio de este panorama apocalíptico, hablar de la jornada laboral de ocho horas y de los demás derechos de los trabajadores pareciera ser, al menos, ingenuo.


Sin embargo, hoy en día, sin dejar de tener un ojo puesto en la defensa de la vida, en el campo económico y laboral, lo primero que debemos reclamar como sociedad y como trabajadores es la vigencia de la legalidad. 


La actividad económica clandestina y, su consecuencia inmediata, la falta de derechos laborales de quienes trabajan en esa "economía negra", es tolerada y, en muchos casos, promovida por las autoridades. Es decir que quienes debieran proteger a la sociedad y velar por el cumplimiento de las leyes, son cómplices o promotores de la ilegalidad.


Se promueven "reformas" del sistema de derechos laborales y del sistema previsional. Reformas que siempre van dirigidas a reducir los derechos de los trabajadores para mejorar el "costo laboral". La "reforma" debe ser en sentido contrario: incorporar a la legalidad a toda la actividad económica. Esta actitud, junto con una reducción proporcional de las cargas impositivas y previsionales, comenzaría a poner orden y previsibilidad en una sociedad desorientada cada vez más tentada a seguir los cantos de sirena del autoritarismo.

En 2022 en Argentina, para conmemorar a los mártires de 1886, debemos luchar por la vigencia plena de los derechos consagrados en el art 14 bis Constitución. Terminar con la economía y el trabajo clandestinos. Es la gran reforma necesaria.


El primero de mayo recordamos la lucha y el sacrificio de los Mártires de Chicago en 1886, renovemos entonces el compromiso y continuemos con su lucha. ¡Adelante, siempre adelante!