Luis Carlos Aguirre
En 1901, en tiempos de la presidencia de Julio A. Roca (padre), el de los billetes de $ 100, su ministro de
guerra, General Pablo Riccheri,
diseñó un sistema militar copiado del prusiano. Se buscaba tener tropas
permanentes, en cantidad suficiente como para "disuadir" a eventuales
países agresores. En aquel tiempo todavía la cantidad de tropa movilizada era
sinónimo de fuerza. Las Fuerzas tendrían oficiales y suboficiales de carrera,
con entrenamiento permanente y tropa con entrenamiento básico que, a fines
presupuestarios, se obtendrían de la obligación de todos los ciudadanos varones
de entre 20 y 21 años, de prestar un "Servicio Militar" obligatorio
por ley durante un año o dos, según las necesidades.
De esta manera, en tiempos de un muy posible conflicto con Chile,
se obtenían unas fuerzas acordes con los años que corrían y se iban integrando
a los hijos de los inmigrantes al compromiso de defensa nacional. Pero,
esencialmente, se podía tener un ejército y una armada poderosa en efectivos
con un presupuesto relativamente cómodo.
El sistema colapsó ochenta años después, en la única experiencia
bélica que tuvo la Argentina en el siglo XX, el conflicto del Atlántico Sur. No
me parece necesario profundizar sobre el conflicto porque me desviaría del tema
y cambiaría el sentido de estos razonamientos. A pesar de ello creo, con lo
poco que conozco del tema técnico militar y las conclusiones del "informe
Rattembach", que el desempeño de las Fuerzas Argentinas fue
heroico pero la falta de equipamiento y entrenamiento adecuado fueron terribles[1].
Las fuerzas del Reino Unido no podían entender cómo se había llevado al frente
a muchachos de 18/19 años sin entrenamiento ni equipamiento.
Desde el punto de vista militar es una antigüedad, un sistema
arcaico que cada vez menos países mantienen vigente. No es efectivo en lo
técnico militar y genera todo un malestar social ante la leva forzosa. La
resistencia de la población es muy importante y el "beneficio" es
militarmente nulo.
En Argentina, con la
vuelta a la democracia, el gobierno del Dr.
Alfonsín, comenzó a implementar el sistema de "soldados voluntarios" (con sueldo y entrenamiento más
intensivo que de los soldados conscriptos), tendiente a ir disminuyendo gradualmente
la cantidad de ciudadanos convocados, con el objetivo de eliminar el sistema.
Con las diferentes crisis militares que sufrió la democracia incipiente y la
crisis económica que se desató sobre el final del primer período
constitucional, este proyecto, como otros, quedó en la nada. El Dr. Menem no
modificó el esquema y, de manera puramente oportunista, al producirse el
asesinato de un soldado conscripto (el Soldado Carrasco) con otros antecedentes
similares, eliminó el Servicio Militar obligatorio de un plumazo. Esta medida
contó con gran apoyo popular en su momento y llevó a las fuerzas a tener que
nutrirse de tropa voluntaria. Estos soldados voluntarios, son, al igual que
cualquier efectivo armado, empleados del estado y no ciudadanos obligados a prestar
un servicio que no desean.
Esto desde el punto de vista de la defensa nacional. Es de notar
que, durante los casi cien años en que estuvo vigente el sistema, en muchos
casos sirvió para alfabetizar muchachos de zonas alejadas de las ciudades,
detectar enfermedades como el "mal de Chagas-Maza", aprendizaje de
oficios, etc. Estas actividades pueden calificarse de positivas, pero no son funciones de las Fuerzas Armadas.
Las Fuerzas Armadas han de estar preparadas técnica y moralmente para defender a la patria, no para cubrir
deficiencias de las áreas sanitarias, educativas y sociales del Estado.
Hoy tenemos graves
problemas sociales porque vemos jóvenes que, salidos de control, son
protagonistas constantes de hechos graves, algunos directamente delictivos. Es
insoslayable que la sociedad entera,
guiada por el Estado, tome cartas en esta grave problemática.
Sabemos que estas circunstancias no son un problema de corta data
ni de fácil resolución. Hay toda una cultura de individualismo exacerbado que
se ha generalizado. La falta de trabajos genuinos, de una sociedad económicamente
en decadencia, ha determinado que mucha gente "sobre". El desquicio
del sistema educativo y la falta de horizonte de los que logran estudiar, son
otra realidad constante. A eso debemos sumar una seria disgregación social, el ingreso del narcotráfico como un
"estado dentro del estado" y la descomposición ética de las fuerzas
policiales. Todo esto genera un caldo de cultivo tendiente a buscar la "salida
autoritaria" para resolver problemas que requieren autoridad. Claro
que sí, pero no la autoridad de la
jineta sino la autoridad de la ética.
Una sociedad que ha tolerado que sus más encumbrados dirigentes se
enriquezcan desvergonzadamente desde el poder sin reaccionar, ahora debe asumir
su responsabilidad y exigir el cumplimiento de las leyes y actuar en
consecuencia. Si no logramos que los
ciudadanos usen los cestos de papeles en la vía pública, ¿vamos a detener la
penetración del narcotráfico? Aunque parezca una comparación exagerada, debo
afirmar que no. NO.
Entonces, en vez de pedir
un Servicio Militar que no tendría otra función que "disciplinar"
muchachos vagos, en vez de mejorar las Fuerzas Armadas, debemos dedicarnos a
"disciplinar" las conductas sociales e individuales. Exigir a los gobernantes que resuelvan
estos temas y que sean ejemplo para la sociedad. Y, además, ser ejemplo
para nuestros hijos. La educación no es función exclusiva de la escuela, es una
tarea indelegable de toda la sociedad... la escuela solamente brinda una parte.
La delincuencia generalizada es consecuencia de una sociedad
enferma, vayamos aplicando los antibióticos pero, también, cambiando la dieta y
las costumbres. De otra manera será como los que adelgazan tomando anfetaminas,
en cuanto pasa el efecto engordan mas que antes y destruyen sus glándulas.
Seamos adultos de una vez por todas.
a. Deficiencias en el accionar conjunto, según
fue referido en el subtítulo anterior.
b. Falta de desarrollo equilibrado y armónico
del equipamiento de cada Fuerza, sujeto ello a las necesidades de la guerra
moderna y las hipótesis de guerra existentes.
c. Falta de una fuerza submarina adecuada.
d. Falta de una aviación modernizada para la
guerra en tierra y en el mar, y de medios aéreos de exploración y
reconocimiento adecuados.
e. Falta de fuerzas terrestres actualizadas
profesionalmente, en especial para el combate en horas de oscuridad.
f. Ausencia de una logística organizada y
conducida con criterio conjunto.
g. Falta de fuentes diversas para la obtención
de armamento y de una adecuada capacidad de autoabastecimiento, por ausencia de
tecnología propia y de industrias de guerra suficientes.
h. Falta de adiestramiento suficiente en las
FF.AA. para el aprovechamiento integral de la electrónica en todos los ámbitos
de la guerra moderna (Aire, agua, tierra).
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